El filósofo interior

Reseña publicada en HASER. Revista Internacional de Filosofía Aplicada, 5 (2014), 177-181.

 

MARINOFF, Lou & IKEDA, Daisaku: The Inner Philosopher. Conversations on Philosophy’s Transformative Power, Dialogue Path Press, Cambridge MA, 2012.

 

Inner-Philosopher-Cover-WebThe Inner Philosopher, El filósofo interior, reproduce el encuentro entre el conocido filósofo práctico Lou Marinoff y Daisaku Ikeda, fundador y presidente de la Soka Gakkai Internacional (SGI), una organización budista laica con más de doce millones de miembros en todo el mundo.[1] El libro trata –como señala el subtítulo– el poder transformador de la filosofía, y se conforma por una serie de conversaciones sobre algunos de los más grandes problemas de la humanidad: el sufrimiento, la vida, la muerte, la virtud; la gratitud a los padres, la fuente del optimismo, la naturaleza de la sanación, el arte; la mujer, el poder del diálogo, los retos del humanismo y la paz. En el fondo, a través de la figura del ‘filósofo interior’, The Inner Philosopher alude a la cuestión de la filosofía como posibilidad: ¿tenemos un filósofo dentro de nosotros? Es decir, ¿es la filosofía una disciplina, un método o es, más bien, una práctica, una capacidad? ¿Todos somos, o podemos ser, filósofos?

Preguntas como estas no son ajenas a la Filosofía Aplicada, por el contrario, constituyen su peculiaridad frente a otros modos de hacer y entender la filosofía. En mi opinión, perspectivas como la de Lou Marinoff[2], responden a este tipo de cuestiones afirmativamente: sí, hay un filósofo en nuestro interior; sí, la filosofía es una aptitud humana, una disposición natural.

En coincidencia con Marinoff, Ikeda estima que ‘filósofo interior’, “es una maravillosa expresión que describe el potencial contenido en cada vida humana.” (Pág. 30). Es decir, que el ser humano sea, de manera innata, un filósofo, significa que cada uno de nosotros posee la capacidad para hacer filosofía, para actuar filosóficamente. The Inner Philosopher es, en este sentido, un libro de vida, una obra filosófica y, también, una lección de Filosofía Aplicada sobre el supuesto de la filosofía como posibilidad y la práctica (la vida) como su forma de realización.

Por otro lado, aunque es difícil decir algo original sobre un autor tan difundido como Lou Marinoff[3], hay dos características de El filósofo interior que representan una novedad en su literatura; la primera es la forma del libro, ‘escrito’, en el sentido más llano, como una conversación, y la segunda, la excelencia de su interlocutor.

Daisaku Ikeda (Tokio, 1928), es un destacado escritor con una prolífica obra sobre budismo, humanismo y ética global, cabeza y mentor de una revolucionaria organización –la SGI– caracterizada por su énfasis en el empoderamiento del individuo y el compromiso social con la cultura, la paz y la educación. Al frente de Soka Gakkai Internacional, Ikeda ha encabezado también la transformación del Budismo Nichiren, una escuela budista proveniente del Japón medieval, así como su propagación mundial.

En cuanto a la primera característica, el estilo conversacional del libro ofrece al lector una charla agradable y no una disertación vanidosa sobre las cuestiones de la vida; El filósofo interior no es tampoco un coloquio erudito sino un intercambio honesto entre dos distinguidos autores que platican gentilmente con el otro como con un amigo, sobre la base de la mutua admiración y la simpatía.

Hay, además, en las páginas de El filósofo interior una influencia recíproca –entre el filósofo práctico y el pensador budista– que trasciende el mutuo respeto y la consideración. Por ejemplo, en el capítulo uno, Philosophy Begins With Questioning, Ikeda abre la conversación preguntando a Marinoff qué es la Orientación Filosófica. La cuestión, que podría parecer una pregunta para el lucimiento, es fundamental y guarda una importancia básica para la lectura ‘entre líneas’ del diálogo, pues la premisa de Ikeda es que vivimos una especie de ‘ausencia de filosofía’ que es, para él, “la causa fundamental del estancamiento del mundo en la actualidad.” (Págs. 1-2). Se trata, pues, de una pregunta sobre la realidad y no solo sobre la naturaleza –la función y el sentido– de la filosofía. La respuesta de Marinoff es, también, reveladora, afirmando que el propósito de la filosofía es, fundamentalmente, permitir a los seres humanos “manifestar su fuerza interior.” (Pág. 3).

En mi opinión, esta es la cuestión que hace del diálogo entre Ikeda y Marinoff una conversación tête-à-tête: la consideración de una capacidad de todo individuo para alcanzar la realización personal expresada en términos filosóficos o budistas. Tal como se ilustra a lo largo del libro, la auténtica búsqueda de la verdad es una característica inherente al pensamiento humano y su más genuino propósito; en otras palabras, el principio básico que prevalece al argumento, es que todo individuo es perfectamente capaz de manifestar su fuerza, esto es, la sabiduría, la felicidad.

Por lo demás, la estructura dialógica del texto va más allá de la conveniencia o el mero estilo, y representa una base fundamental no solo para la filosofía y el budismo Nichiren, sino para el entendimiento entre tradiciones y modos de pensar, otrora enemistados por la controversia entre Oriente y Occidente.

En filosofía, como es bien sabido, el diálogo tiene una larga tradición arraigada en el pensamiento clásico; baste pensar, por ejemplo, en Sócrates, en Platón o en Shakyamuni. Esta característica es todavía más importante para la Orientación Filosófica y su enfoque práctico. Además, siguiendo con la idea anterior, el diálogo (frente al discurso lineal más tradicional) trae consigo una fuerte carga de inter-personalidad como posibilidad del pensamiento. En este tenor, Marinoff afirma: “Para mí, la Orientación Filosófica se origina en las bases. Fue iniciada por ciudadanos, no por filósofos. Fue la gente común quien realizó la conexión brillante: si la filosofía servía para afrontar los problemas sociales, servía también para afrontar los personales. La Orientación Filosófica surgió como respuesta a la demanda del público. Esa demanda ha crecido en todo el mundo en los años siguientes. Mi motivación, entonces y ahora, ha sido simplemente responder con la convicción de que puedo ayudar.” (Pág. 6).

Por el otro lado, el budismo tiene también un firme espíritu de diálogo. En The Inner Philosopher, Ikeda lo señala siempre que cita el pensamiento de Nichiren, el monje fundador de esta escuela filosófica, particularmente aquellos escritos en forma de diálogo. La importancia que tiene esta característica en el libro y en la obra de Daisaku Ikeda, tiene que ver con la tradición del budismo Nichiren y el valor que guarda el encuentro personal en el movimiento de la SGI. De hecho, considerando el diálogo como una herramienta extraordinaria para el entendimiento entre las culturas y la consecución de la paz, Ikeda ha sostenido y publicado más de setenta de sus diálogos con figuras como Mijail Gorbachov, el activista por la paz Joseph Rotblat, el defensor de los derechos humanos Adolfo Pérez Esquivel, el economista y educador  Ricardo Díez-Hochleitner, el doble premio Nobel Linus Pauling, el fundador del Club de Roma Aurelio Peccei, o el célebre historiador británico Arnold J. Toynbee.[4]

Por último, para el lector más avezado no resultará extraño el interés de Marinoff por la filosofía oriental y el budismo en particular. Ya en El ABC de la felicidad (The Middle Way) el filósofo canadiense presentaba el camino medio desde la sabiduría de Aristóteles, Buda Shakyamuni y Confucio, y en El poder del Tao había recorrido el camino de Lao Tse para alcanzar una vida serena y feliz. En The Inner Philosopher su deuda con el budismo constituye, a la vez, una suerte de puente y plataforma que comunica su experiencia de vida con la de Daisaku Ikeda.

La conversación Marinoff-Ikeda refleja también una preocupación compartida por el tiempo presente y la urgente necesidad de una filosofía que pueda proveer una base para el desarrollo sostenible; en este sentido, las coincidencias entre –por ejemplo– la filosofía clásica y conceptos budistas como la unidad entre la vida y el ambiente o el origen dependiente, dan a los autores una pista sobre el camino a explorar. En palabras de Marinoff: “Aristóteles hizo hincapié en la auto-realización a través del perfeccionamiento de los talentos individuales mientras que Confucio enfatizó la autorrealización a través del sustento de las relaciones solícitas. Me parece que el budismo en general y las enseñanzas del budismo Nichiren en particular, ofrecen una síntesis de lo mejor de Aristóteles y Confucio.” (Pág. 130).

Finalmente, como dice Ikeda: “La capacidad de despertar en la bestia de cada individuo este filósofo –para dar a luz la virtud y la felicidad desde el interior– encarna el profundo significado del diálogo y el reto de la filosofía práctica.” (Págs. 30-31).

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[1] Soka Gakkai significa ‘sociedad para la creación de valores’. Sobre la SGI puede verse: <http://www.sgi.org/es/&gt;

[2] MARINOFF, Lou, Philosophical Practice, Elsevier, New York, 2001.

[3] Ver: <http://www.loumarinoff.com/&gt;

[4] Para más información sobre la obra escrita de Ikeda: <http://www.daisakuikeda.org/sub/books/books-by-category.html&gt;

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